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Crítica: "Campeonex", por Paco España

En muchas ocasiones se dirime el eterno dilema: ¿Qué es el cine? ¿Arte o negocio? Y es una pregunta que suele tener difícil respuesta, aunque, en algunas ocasiones, no es así. Sin ninguna duda, en este caso, el cine es puro negocio y así lo atestiguan las excelentes cifras en taquillas tras su primera semana de exhibición. Tras el fabuloso éxito de Campeones, de Javier Fesser, era necesario continuar la senda del beneficio económico. Además, en buena medida, esta segunda parte sobre las andanzas deportivas de estas personas con capacidades especiales, Campeonex, se habrá pergeñado en nuestra ciudad, ya que las dos productoras principales son Películas Pendelton, del propio realizador y Luis Manso -habituales visitantes del Festival Internacional de Cine de Santander que se celebra en el Centro Botín en septiembre-, y Morena Films, del santanderino Alvaro Longoria -director de dicho certamen-, apareciendo también en créditos como productora Lucrecia Botín, fundadora de ésta última, presidenta del festival y prima de la directora del Banco Santander.


Una vez que parece claro que esta película es un negocio, lo menos que se le puede pedir es que sea exitoso, y sobre eso no cabe la menor duda. En cuanto a los aspectos artísticos, la cosa es diferente. En primer lugar, se me hizo eterna porque dura más de dos horas. En la primera de ellas se reiteran personajes y situaciones de la primera película, y en la segunda hora aparece un nuevo personaje, Brian, una persona con atrofia muscular degenerativa y espina bífida que se mueve en una silla de ruedas motorizada y es un crack en un tipo de videojuegos de equipo que combina lo digital con lo físico. Este personaje genera una nueva dinámica en la historia, contando en el papel de su hermana con la joven actriz antequerana, de ascendente trayectoria profesional, Carolina Rubio (Cuatro estrellas), con una personalidad muy acusada en sus interpretaciones. Como es lógico, la película finaliza en el torneo final del videojuego, que se hace interminable, no acaba nunca y todos conocemos el final. Parece que esa prolongación excesiva y antinatural sirve para ver y oír en más ocasiones el nombre de las empresas Caser y Movistar. De hecho, durante toda la película vemos un desfile propagandístico frente a nuestros ojos.


Se suele argumentar que estas películas son necesarias porque visibilizan y dan normalidad a personas con capacidades especiales, y eso tiene su punto de verdad, pero pensar que la vida cotidiana de estas personas es como las que vemos en la pantalla roza el terreno de la ciencia ficción. Campeonex es una película que muestra una fantasía de buenas intenciones y está dirigida principalmente hacia el público infantil, pero ¡atención!, podemos ver un brevísimo beso en los labios entre dos mujeres, muy del tipo al de la película Lightyear y, en este caso, no se trata de dibujos animados, son dos mujeres de carne y hueso. Si la Concejalía de Cultura de Santa Cruz de Bezana, o ayuntamientos similares, piensan programarla en los actos infantiles del próximo verano, que tengan cuidado, no vaya a ser que los niños piensen la barbaridad de que se puede amar a personas del mismo sexo. De todos modos, este casto beso es mucho más delicado que el nombre que han colocado al personaje de la gamer china Su-po-ya, cuyos gags, como es fácil imaginar, son de todo menos sutiles.