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Crítica: "La última cena", por Paco España

La última cena es una película de 72 minutos, rodada en una sola localización, el salón de una casa, con la premisa de la improvisación para el desarrollo de personajes y situaciones. Cada actor y actriz tiene unos rasgos generales de su personaje y con ellos tiene que llevar adelante la acción, haciendo que esos personajes mantengan una coherencia y desarrollen una progresión dramática en función de las situaciones que se van sucediendo. Dicho así, quizás parezca sencillo, pero no lo es en absoluto, ya que los recursos interpretativos deben ser muy grandes y las herramientas para salir de los lugares a los que lleva la ficción también. La idea de La última cena es la reunión de una serie de amigos que acuden a la casa de dos de ellos para ver la reforma que han llevado a cabo.


Se conocen entre ellos desde hace muchos años, incluso entre algunos de ellos ha habido en el pasado más que palabras. Solamente dos de los personajes son nuevos para los demás: una vecina de lo más peculiar, que habla de los curiosos habitantes de su casa, y la reciente pareja de una de las amigas, un hombre maduro que se presenta al grupo en esta cena y genera algunos de los conflictos más relevantes. Dentro del reparto, la actriz más conocida es Marta Belenguer, perteneciente al reparto de la serie Camera Café y protagonista del cortometraje de Nacho Vigalondo, 7:35 de la mañana, que optó al Oscar en 2003.


La improvisación tiene lugar en esa sola localización, y se da la circunstancia de que los miembros del equipo técnico del rodaje aparecen en pantalla. El director, el cámara, el microfonista aparecen frecuentemente, aunque no intervienen en la ficción que están desarrollando los intérpretes y, contrariamente a lo que pudiera parecer, crean un efecto menos perturbador del esperado. Esta curiosa y modestísima propuesta, codirigida y coprotagonizada por Toni Agusti y María S. Torregrosa, está disponible en Filmin y está producida por Olivo Films, pequeña productora independiente de documentales y ficciones que tiene previsto rodar su siguiente proyecto, antes de final de año, en Cantabria. Veremos si esta tierra se adapta a la singularidad de sus producciones, pero probablemente sí que lo haga.