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| Myers
-- Lunes, 28 de Noviembre de 2005 a las 21:48.
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Tras una larga etapa de crisis creativa, parece que el cine de terror ha vuelto a dar signos de vida, reflexión y personalidad, gracias a una postura de revisitación y remodelación anclada a los años 70. Esto lo venimos comprobando desde hace algunos años gracias a títulos decisivos como Jeepers Creepers, La casa de los 1000 cadáveres, La matanza de Texas (2004), Alta Tensión, Dark Water (La huella), El exorcismo de Emily Rose o esperemos, The Hills Have Eyes (2006) y todas sus hermanas pequeñas. Como vemos, la (relativa) solución estaba en volver la mirada hacia atrás y comprender esos códigos.
En esta misma coyuntura, nos llega la continuación de "La casa de los 1000 cadáveres", que no hace más que reafirmar la tesis. En efecto, el director moldea un cine retrospectivo (y recopilatorio) en el que destacan dos vertientes del cine setentero: la road-movie polvorienta con matices del western (El cine de Peckinpah: "La huida" & "Perros de Paja" o la Eastwoodiana "Ruta suicida") y el horror incubado en un medio rural ("La matanza de Texas", "La última casa a la izquierda" y muchas ideas visuales de "Masacre en Texas 2" y ecos sectarios de Charles Mason). Poco tiene que ver con su predecesora a no ser por los personajes centrales, y ahí es donde radica uno de sus aciertos ya que no estamos ante una secuela al uso. El tono irónico y granguiñolesco de la primera se queda en la cuneta, y se apuesta por el frenetismo y la crueldad. Rob Zombie le da la vuelta a la tortilla y nos pasamos al bando de los asesinos. Se intenta mostrar su lado humano y vulnerable, y en una aterradora subversión de roles pasan a ser presas de alguien más perturbado que ellos. Además Zombie, en un estado de euforia imparable, nos transmite su visión de la América más infernal (y actual) sin ningún tipo de concesión. Empero, ya no existe el factor sorpresa, y aunque el polivalente director sigue sabiendo lo que quiere contar y domina su estilo, peca de cierta pretenciosidad y "de ir a su bola". Entre los actores re-descubrimos a iconos-trash como Michael Berryman ("Las colinas tienen ojos"), Ken Foree ("Zombie"), Steve Railsback ("Ed Gein"), Geoffrey Lewis ("Salem´s Lot"), Danny Trejo ("Abierto hasta el amanecer"), Leslie Eastbrook ("Loca Academia de Policía"), P. J. Soles ("La noche de Halloween", "Carrie") o Ginger Lynn Allen. Hiriente moralmente, de violencia hiperbólica y maligna hasta la médula. Le pasa la mano por la cara a la mayoría de producciones de género del (desolador, para variar) año presente. Y punto en boca.
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